domingo, 8 de noviembre de 2009

Eduard Grau, el otro español en busca del Oscar


La Vanguardia: "Con sólo 27 años, Eduard Grau no podía creerse lo que le estaba sucediendo. Tom Ford le había elegido a él, un joven desconocido, ni más ni menos que como jefe de fotografía de la película que suponía el debut del diseñador de moda norteamericano en el cine. A single man se presentó en la Bienal de Venecia y hubo unanimidad en alabar la fotografía del filme, los sutiles cambios de luz que expresaban sin palabras el estado emocional del protagonista. Eduard Grau, ahora con 28, vive a caballo entre Barcelona y Nueva York. Desde la ciudad norteamericana contesta las preguntas de La Vanguardia.

¿Cómo llegó al cine?
A los 13 años ya sabía que quería hacer cine. Y mis padres, sorprendidos, no lo discutieron nunca y siempre confiaron en que me quedaran dos dedos de frente. Entré en la Escac tan pronto como pude y allí descubrí que me gustaba todo del cine (dirigir, producir, escribir...), pero que no había ningún oficio más bonito que ser director de fotografía.

Y empezó a hacer filmes.
Me gradué con unos cuantos cortos bajo el brazo. entre ellos, Bitterkas (que dirigí) y La ruta natural, y aquel verano me lancé a hacer una locura maravillosa de un joven de Banyoles que quería rodar una película quijotesca con poco dinero y mucha ilusión, Honor de cavalleria. Después fui a estudiar a la National Film and TV School en Londres, que abrió mis miras.

¿Cómo le descubrió Tom Ford?
Después de pasar por una teleserie de la BBC y una película de bajo presupuesto en Liverpool, mi vida cambió el día que recibí una llamada desde Hollywood. Tom Ford había recibido mi bobina de la forma más rocambolesca: se la había enviado a su productor una cineasta independiente que conocí a medianoche en la cola de un cine dos años antes, en el Festival de Edimburgo. Y Tom Ford me quería ver en Hollywood. Buscaba a alguien joven, de gusto europeo y diferente a los directores de fotografía consagrados. Con la misma bobina que mostré en Londres y en Barcelona sin que me facilitara ganarme la vida, me ofrecían una película que ni soñaba. Lo dejé todo, leí el guión en el avión y me planté en Los Ángeles sin creerme lo que me estaba pasando. Me entrevisté con Tom y al cabo de una hora me pidió que dirigiera la fotografía de su película, una historia de amor homosexual en Los Ángeles de los años 60. No me podía creer que estaba en Hollywood haciendo una película con Julianne Moore y Colin Firth.

¿Cómo fue rodar en Hollywood?

Rodamos la película en 23 días con un presupuesto de seis millones de dólares, cuando una producción americana de este tipo suele rodarse en 45 días con unos 25 millones de presupuesto. Rodar con Plannette, un gaffer (técnico de iluminación) que ha hecho E.T., Braveheart, Magnolia y los Ocean's 11, 12 y 13, es un placer y una fuente de aprendizaje. Y fotografiar a un mito como Julianne Moore, una experiencia que nunca olvidaré. Recuerdo que llamé emocionado a mi padre para explicarle qué increíble era rodar mi primer plano corto con Julianne Moore. Cómo absorbía la luz, cómo se comía la cámara y, sobre todo, la simpatía y el savoir faire de una estrella con mayúsculas. Con Tom nos entendimos muy rápidamente, buscamos una estética sobria, pero moderna, ya que queríamos que fuese una película de época como ninguna de las que habíamos visto. Los que nos conocen ven detalles de los dos.

¿Y después?
Desde entonces he estado rodando videoclips y anuncios (por ejemplo, con Juan Antonio Bayona), y justo antes de Venecia acabé Buried (enterrado), una película con Ryan Reynolds dirigida por Rodrigo Cortés que sucede en un ataúd. ¡Sí, como lo oye! Una película impensable, un reto. Otra locura maravillosa.

¿Cuál es su referente?

Mi referente principal y mi padrino es Arnau Valls (sin él no haría fotografía). También admiro a Xavi Jimènez, Òscar Faura, Neus Ollè y Pau Esteve. Me gustaría algún día ser tan indefinible como Anthony Dod Mantle (Slumdog, Antichrist), tan sobrio como Roger Deakins (hermanos Coen) y tan versátil como Emmanuel Lubezki (Hijos de los hombres).

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